Monday, July 30, 2007

Brunch a la venezolana



El pasado sabado 13 de marzo del 2004, en el ya conocido restaurante y nighclub Café Havana durante un típico día de invierno entre los 40 y 45 grados Fahrenheit y sin fecha nacional que celebrar, un grupo de Venezolanos (en su mayoria) se reunieron por el simple placer de socializar y conocerse con el fin de promover, preservar y compartir nuestra ya mezclada cultura.

Ese día se dió la bienvenida oficial a los Venezolanos y miembros de la Casa de Venezuela Valle Delaware. Ese día fue para alegrarnos, pues nos dimos cuenta que no estabamos solos. En el acogedor restaurant Café Havana, se encontraron muchos recién llegados con aquel "guayabo" que a los que tenemos mas tiempo ya sabemos controlar, y así los consejos de supervivencia comenzaron a surgir.

El ambiente mas venezolano no podía ser. El lugar decorado de colores, con sillas de rattan y metal y mesas de madera, el tricolor en todos lados, un español venezolanisado, el carisma y apertura de la gente... y la comida ni se diga!

No solo había arepas, caraotas, queso blanco, tajadas y perico, sino tambien cachitos de jamon! Quien se iba a imaginar que algo tan característico se podía encontrar tan lejos de su origen. Y quien iba a pensar que algo tan simple le arrugaría a uno el corazón.

Entre la comida, la musica criolla, los amigos y el calor de la gente, el día de invierno se convirtió en uno de primavera. Al salir de Café Havana fue tal el contagio del calor humano que no me hizo falta ponerme mi chaqueta, pues el orgullo y el "sentimiento nacional" pudieron mas que el viento frio del valle Delaware.

Como punto final, no se debe olvidar el esfuerzo y dedicación con que todos participamos para llevar acabo el Brunch Venezolano. Esto es digno ejemplo de que si todos ponemos un granito de arena algo se puede lograr. Un agradecimiento sincero a la primera junta directiva de la casa de Venezuela del Valle Delaware, pero en especial a Dayana Melendez, coordinadora de eventos, quien ejecuto tremenda tarea y dió lo mejor de si para llevarla acabo.

Verdaderamente, fue impresionante ver como era imposible que el cansancio venciera a Dayana. En casi las tres horas que estuvo alli, jamas la vi salir de la cocina. Siempre estuvo pediente de que todos disfrutaramos de la comida y que todo estuviera en su punto, asi que MUCHAS GRACIAS!

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